MONICIÓN PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO - CICLO B
MONICIÓN I DOMINGO
DE ADVIENTO
Ciclo B
ENTRADA: Hermanos, hoy comenzamos el camino de Adviento, que culminará en la
Navidad. El Adviento es el tiempo que se nos da para acoger al Señor que viene
a nuestro encuentro, también para verificar nuestro deseo de Dios, para mirar
hacia adelante y prepararnos para el regreso de Cristo. Se ponen en pie,
cantamos.
Primera
Lectura: El Señor, nuestro Padre y
Salvador, viene al encuentro de quien practica la justicia. Escuchemos
con atención.
Salmo:
“Oh Dios, restáuranos,
que brille
tu rostro y nos salve.”
Segunda
Lectura: Dios nos llamó a participar de
la vida de Cristo, mantengámonos firmes y fieles. Escuchemos.
Evangelio: La persona
vigilante es la que acoge la invitación a velar, es decir, a no dejarse abrumar
por el sueño del desánimo, la falta de esperanza y la desilusión. Se
ponen en pie.
OFERTORIO: Presentamos sobre la mesa del altar, el pan y el vino; junto con ellos
presentemos también una sincera disposición a vivir en la gozosa y atenta
espera del Hijo de Dios, que viene a nuestro encuentro en cada momento de
nuestra vida. Cantamos.
COMUNIÓN: Jesús regresará a nosotros en la fiesta de Navidad, cuando haremos memoria
de su venida en la humildad de la condición humana; pero Él viene a nosotros cada vez que estamos dispuestos a
recibirlo en la Sagrada Eucaristía. Acompañamos cantando.
DESPEDIDA: Hermanos estar atentos y vigilantes,
son las condiciones para permitir a Dios irrumpir en nuestras vidas, para
restituirle significado y valor con su presencia llena de bondad y de ternura. Nos
despedimos cantando.
Domingo 1º de Adviento
Ciclo B
PRIMERA LECTURA
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!
Lectura del libro de Isaías 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7
Tú, Señor, eres nuestro padre,
tu nombre de siempre es «Nuestro redentor».
Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos
y endureces nuestro corazón para que no te tema?
Vuélvete, por amor a tus siervos
y a las tribus de tu heredad.
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases,
derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste, y los montes se derritieron con tu presencia.
Jamás oído oyó ni ojo vio
un Dios, fuera de ti,
que hiciera tanto por el que espera en él.
Sales al encuentro del que practica la justicia
y se acuerda de tus caminos.
Estabas airado, y nosotros fracasamos:
aparta nuestras culpas, y seremos salvos.
Todos éramos impuros,
nuestra justicia era un paño manchado;
todos nos marchitábamos como follaje,
nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre
ni se esforzaba por aferrarse a ti;
pues nos ocultabas tu rostro
y nos entregabas en poder de nuestra culpa.
Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre,
nosotros la arcilla y tú el alfarero:
somos todos obra de tu mano.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 79, 2ac y 3b. 15-16. 18-19 (R.: 4)
R. Oh Dios, restáuranos,
que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos. R.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti;
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R.
SEGUNDA LECTURA
Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 3-9
Hermanos:
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.
Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo.
De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro.
Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro. ¡Y él es fiel!
Palabra de Dios.
Aleluya Sal 84, 8
Muéstranos, Señor, tu misericordia
y danos tu salvación.
EVANGELIO
Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa
Lectura del santo evangelio según san Marcos 13, 33-37
En aquel tiempo, dijo Jesús sus discípulos:
—«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!».
Palabra del Señor.
(tomado de: https://servicioskoinonia.org/leccionario/Libro_02.html)
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