MONICIÓN TERCER DOMINGO DE ADVIENTO CICLO B
MONICIÓN III
DOMINGO DE ADVIENTO
Ciclo B
ENTRADA: Hermanos, la alegría nos embarga en este Tercer Domingo de Adviento,
o Domingo de Gaudete, que significa “regocíjense” … en este alto en el
camino de Adviento, la alegría permea la celebración de hoy recordando que el
Señor ya está a las puertas. Se ponen en pie, cantamos.
Primera
Lectura: Solo Dios hace desbordar de gozo
nuestro corazón. Prestemos
atención a la primera lectura.
Salmo:
“Me alegro con mi Dios.
Segunda Lectura: San Pablo nos invita a preparar la venida del Señor asumiendo tres
actitudes: Alegría constante, oración perseverante y continuo agradecimiento. Escuchemos.
Evangelio: Para preparar el
camino al Señor, es necesario rellenar los barrancos causados por la frialdad y
la indiferencia, abriéndonos a los demás con los mismos sentimientos de Jesús. Se
ponen en pie.
OFERTORIO: Que el pan y el vino que presentamos a Dios nuestro Padre, sean expresión
gozosa y de sincero deseo de seguir preparándonos para la venida del Salvador. Cantamos.
COMUNIÓN: El cordero de Dios proclamado por el Bautista, nos invita a su mesa, el
que va a Él no tendrá hambre, el que creé en Él no tendrá sed. Acompañamos
cantando.
DESPEDIDA: Hermanos, en esta última parte del
Adviento, nos acompañe la alegría, la oración y la gratitud. Son tres
comportamientos que nos preparan para vivir la Navidad de un modo auténtico. Nos
despedimos cantando.
LECTURAS:
Ciclo B
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 61, 1-2a. 10-11
El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad,
para proclamar el año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
como novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Palabra de Dios.
Interleccional: Lucas 1, 46-48. 49-50. 53-54 (R.: Is 61,10b)
R. Me alegro con mi Dios.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. R.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R.
A los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.
SEGUNDA LECTURA
Que vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado hasta la venida del Señor
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 16-24
Hermanos:
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno.
Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
Palabra de Dios.
Aleluya Lc 4, 18
El Espíritu del Señor está sobre mí;
me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.
EVANGELIO
En medio de vosotros hay uno que no conocéis
Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28
Surgió un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:
—«¿Tú quién eres?».
Él confesó sin reservas:
—«Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron:
—«¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?».
Él dijo:
—«No lo soy».
—«¿Eres tú el Profeta?».
Respondió:
—«No».
Y le dijeron:
—«¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?».
Él contestó:
—«Yo soy al voz que grita en el desierto: “Allanad el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías».
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
—«Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?».
Juan les respondió:
—«Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia».
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Palabra del Señor.
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