MONICIÓN: XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
MONICIÓN: XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Ciclo B
ENTRADA: Bienvenidos queridos hermanos. Estamos en el
Trigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario. Reunidos en torno al altar
venimos a celebrar la Santa Misa, que es signo de acción de gracias, de unidad
y comunión fraterna. Dispongámonos a participar de ella con el gozo de saber
que el Señor es generoso con quien en Él confía. En pie, cantamos.
PRIMERA LECTURA: Elías es socorrido por la generosidad de una viuda pobre, esta mujer sabe
confiar en la palabra del profeta, y esto le valió la salvación para ella y
para su hijo. Prestemos atención.
SALMO:
Alaba, alma mía, al Señor.
SEGUNDA
LECTURA: El sacerdocio de Cristo es muy superior al del
Antiguo Testamento. Con su propia sangre, Él sella el sacrificio que nos da la
redención. Prestemos atención.
EVANGELIO: Jesús
desenmascara la hipocresía y la falsedad de los maestros de la ley. Ellos con
su conducta voraz y arrogante, habían pervertido las prácticas religiosas de su
tiempo. Puestos en pie, cantamos el Aleluya.
OFERTORIO: Iniciamos la Liturgia Eucarística. Imitando el desprendimiento
de la viuda del evangelio, pongamos en el altar lo mejor de lo que somos y
tenemos. Acompañamos cantando.
COMUNIÓN: Por su muerte y resurrección, Jesús se
convierte en el Templo nuevo y definitivo. Al acercarnos a comulgar, pidámosle
que éste encuentro sacramental con Él nos transforme en templos vivos de su
Santo Espíritu. Acompañamos cantando.
DESPEDIDA: Con su entrega total, Jesús
nos ha liberado del pecado y nos ha abierto las puertas de su gloria. Vayamos
ahora a ser testigos de esta firme esperanza entre quienes nos rodean. Nos
despedimos cantando.
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